miércoles, 31 de diciembre de 2008

Sin remedio para mi soledad



M/20/11
Julián aún no comprendo tus palabras, fuiste tan despectivo conmigo que deseo creer te equivocaste, ¿no hablabas conmigo verdad?, ¿te dirigías a otra persona cuando me dijiste todo aquello, no es así?, quizá el licor disipó tus ideas y me confundiste, por ello decidí escribir en mi diario todo cuanto siento, para ver tus palabras minimizadas en simples hojas de dolor y no bordadas de sangre en mi alma.
Te quiero ¿lo sabes?, se que lo sabes porque te lo he demostrado en cada oportunidad que tuve, pero tu ¿me quieres acaso?, o tal vez tenga que decir ¿me quisiste en algún momento?, no tienes idea de cuanto heriste mi orgullo con tus palabras, me usaste dijiste, fui simplemente un instrumento de tu satisfacción sexual, no tu puta, porque no intenté recibir nunca gratificación material por mi entrega, no confundas las cosas por favor, yo te quise y no comprenderás en que manera, ¿qué puedes tu saber de sentimientos?, me demostraste todo aquella maldita hora cuando imprecabas contra mí, cegado por los “me dijeron” y también por los “que dirán”, cosas de las cuales creí te habías librado cuando aceptaste mi amor, cuando yo acepte tu amor, porque a pesar de los temores que tuve osé a emprender un nuevo sendero a tu lado, no fue sencillo te confieso y ahora por más que intento no puedo cerrar este capítulo sin llanto en los ojos.

Te odio, te odio porque te amo en mi solo has creado este tipo de antagonismos, pero basta, querías verme destruida, abatida, pues aquí me tienes, mi vida toda tuya, convertida en una marioneta que accionas con los hilos invisibles de mi dependencia hacía ti. Esperé tu llamada, una simple disculpa hubiese bastado para volver contigo, quizá el más mínimo gesto de tu atención hubiese sido suficiente para perdonarte todo cuanto dijiste y recomenzar, porque el amor significa oportunidad, en mi las encontrarías en cada instante que decías quererme, ahora no se, pues he decidido emprender el penoso viaje del olvido, no imaginas cuanto te extraño, como busco no recordarte, cuantas veces intento reprimir mis lágrimas cayendo en un falso autoconsuelo de creerme amada por alguien, y pensar que fue tan fácil hace tan solo un mes atrás cuando contaba con tu compañía y la certeza que me amabas.

Cuán rápido pasó el tiempo, de aquella noche solo me queda el sabor amargo, mas ya no la esencia, aquella cicuta que me diste de beber lentamente con tu torpeza, o acaso no te consideras un imbécil al intentar volver conmigo afirmando no quererme, por un momento quise aceptar la propuesta, pensé que el tiempo logrará cambiar tu trato hacía mi, ¿ves cuán bajo he caído?, no me avergüenzo, te amé, quizá aun te ame y si es un consuelo para tu alma también te odio de una forma sana, simplemente deseo vivas lo que yo en algún momento, nada más, tengas una larga vida y una digna muerte, ¿ves la simpleza de mi adversidad?.

He comprendido tanto, en tan corto tiempo, he reafirmado lo que alguna vez me dijeron – Los golpes enseñan – y yo aprendí de la peor manera en mi soledad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario